La nota de rebelión

En lugar de disminuir a causa de la censura que lo acosaba, el rock creció a pasos agigantados, como un legado inesperado de última dictadura militar argentina.


Por Nicolas Iannello | El llamado Proceso de Reorganización Nacional de 1976 fue el último golpe de Estado que sufrió Argentina, en donde las fuerzas armadas desaparecían a todo aquel que consideraba “subversivo”. Como consecuencia de esta actitud represora, estalló el género del rock nacional, que se volvió la expresión de la juventud “subversiva” en ese entonces.

El rock and roll se originó en los años 50 en los Estados Unidos, producto de la fusión entre diversas corrientes musicales, como el folk, el hillbilly, el bluegrass, el country, el western y el rhythm & blues, y como resultado de su expansión internacional, llegó a la Argentina a mediados de los 50. El cantante y trombonista Eddie Pequenino formó la primer banda en nuestro país, llamada Mr Roll y sus Rockers, que contaba en sus filas con Lalo Schrifin.

Sin embargo, el género logró su pico de popularidad en Argentina durante la década de los 70, ya que los jóvenes se refugiaron en el rock debido al control que los militares tenían sobre las universidades, además de las limitaciones que había en los grupos estudiantiles y la prohibición de los partidos políticos.

Prueba de esto es el hecho de que durante el periodo de 1976-1977 hubo una gran cantidad de conciertos de rock nacional, de los cuales muchos ocurrieron en el Luna Park. Estos recitales, como argumenta el escritor Pablo Vila, “servían más a un propósito social que musical, son un ejemplo de un acto político encubierto. Como los espacios para las actividades políticas se hallaban totalmente clausurados, los conciertos brindaron un nuevo ámbito donde los jóvenes podían masificarse, desafiando el individualismo impuesto por la política del régimen”.

Como consecuencia de la oposición que se manifestaba en el rock, el 15 de septiembre de 1980 la dictadura anunció el lanzamiento de una ley de radiodifusión, en donde uno de los principales puntos decía que "las emisoras deben contribuir al afianzamiento de la unidad nacional, y al fortalecimiento de la fe y la esperanza en los destinos de la Nación Argentina”.

A pesar de esta medida, la Junta Militar no pudo frenar a los artistas de este género, que optaron por el uso metafórico en sus letras como método de oposición. El máximo exponente de esta corriente fue Charly García, quien mediante canciones como “Desarma y sangra”, incluida en el álbum Bicicleta, utilizó este recurso para describir la situación de agobio y la censura aparece personificada en forma de “ángel vigía”, sugerente conexión al mundo espiritual.

Finalmente, el rock nacional logró su expansión en la cultura argentina como un efecto inesperado del accionar de las fuerzas armadas en 1982, ya que prohibieron la difusión de las canciones en inglés durante la guerra de Malvinas, provocando que una gran cantidad de la población escuche temas de este género.

Como concluyó la autora Mara Favoretto en su artículo “La dictadura argentina y el rock: enemigos íntimos”, durante el proceso, curiosamente, en lugar de disminuir a causa de la censura que lo acosaba, el rock creció a pasos agigantados, como un legado inesperado de la historia militar argentina.
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