C.R.O, Franky Style y una fórmula depresiva que no falla

Los traperos lanzaron “Muriendo lento”, un modelo que apunta a sostener el éxito basado en las inseguridades y la falta de expectativas entre los jóvenes.


Por Daniel Péndola | Si bien la mayoría de las letras de sus canciones tratan sobre temáticas predecibles dentro del trap, como el sexo, las drogas y el alcohol, Franky Style y C.R.O -sobre todo este último- son artistas que marcan la diferencia dentro del movimiento urbano por el contenido melancólico de sus obras.

Muriendo lento (2021), el flamante disco que lanzaron en dúo, ofrece un estilo que se asemeja más a la angustia que relata Wos en singles como Andrómeda y Mugre que a la vida de excesos que suelen narrar referentes como Duki, Neo Pistea y Bhavi.

“Si venís pa'l barrio, perdés el honor / Ya en el ambiente se siente el terror” en Municiones; “Tengo putas por docena' / Aunque ninguna me llena” en Salvaje; “Puta mala sobre mí, mucha dosis, vo'a morir” en Otro empaque: cada una de estas frases, incluidas en su nuevo álbum, son la prueba fehaciente de que la violencia, la insatisfacción y el pánico a la muerte, complementado por un ritmo pausado para rapear y un tono bajo en las bases de sus melodías, confluyen en una identidad que los distingue del resto.

Sin embargo, el éxito de esta fórmula se debe más bien al sentido de pertenencia que genera entre los jóvenes, quienes ya no luchan por un mundo de paz y amor como la generación hippie de los sesenta, ni viven de reviente como en los noventa, sino que han perdido toda expectativa de cara al futuro.

Teniendo en cuenta que en Argentina más del 50% de los niños y jóvenes son pobres, que el 40% no terminó el secundario y que, según la Organización Mundial de la Salud, la franja etaria de 15 a 19 años es la que más alcohol consume, no es casual que C.R.O y Franky Style consigan que su público se sienta identificado con la realidad que describen en sus letras.

Cabe destacar que el tratamiento de la pobreza y el alcoholismo no son ninguna novedad. Tan solo repasar la historia del rock, el punk y el heavy nacional, que siempre oficiaron como géneros contraconturales, es suficiente para dar cuenta que es una tendencia que se resinifica a lo largo de los años en la cultura joven.

La diferencia radica en el cambio de fórmula: las bandas de garaje, las metáforas indescifrables y el sueño de convertirse en una estrella de rocanrol han perdido protagonismo frente al excesivo uso de autotune y el beat monótono de una netbook de Conectar Igualdad. Y los resultados están a la vista.
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